El Cabra Corral se vuelve natural: sin botellas, sin pescadores ni botes

Con el paso de los días, la naturaleza les fue mostrando sus riquezas, esas que se esconden cuando los hombres abundan.

Con el paso de los días, la naturaleza les fue mostrando sus riquezas, esas que se esconden cuando los hombres abundan.


Tiene 65 años, y hace 40 que el dique Cabra Corral es parte de su vida. Junto a su padre vio cómo este espejo de agua se poblaba de vecinos y pescadores. Si bien vive en la ciudad, en los meses del verano, su refugio es el dique. Ahora, más refugio que en otros tiempos. Obligados a permanecer en casa, resolvió junto a sus hijos y nietos pasar la cuarentena es este lugar, su paraíso. Con el paso de los días, la naturaleza les fue mostrando sus riquezas, esas que se esconden cuando los hombres abundan: las tortugas, los peces, las aves silvestres y un zorro que se anima a llegar hasta la galería de la casa. Raúl Mahr recordó que por la cuarentena no puede recorrer toda la zona, pero disfruta de toda un área ubicada frente a las cuevas de Ablomé. “Esta es la época del sábalo, y como no hay embarcaciones saliendo, los sábalos están muy cerca de la costa. Desde la parte alta del cerro podés verlos disfrutar de toda la costa en libertad , relató por teléfono a El Tribuno.


En Punta de Mahr, como se llama su paraíso, la casa de la familia cuenta con una galería y una amplia terraza natural donde las aves de la zona se sienten en paz. Allí se acercan las gallaretas de agua, que difícilmente se acercan. Pero ahora, ante la ausencia de ruidos, el ave se animó incluso a “llegar hasta la puerta de la cocina .

Los más chicos están viviendo en esta espacio, experiencias únicas, que Raúl espera los conecte para toda la vida la naturaleza y su cuidado. “Mojarriando en la orilla descubrieron las tortugas , contó.

Había varias pequeñas y una, la más pequeña quedó refugiada en la pileta de los chicos, “pero luego volverá a su lugar, cuando se recupere de un lastimado .




En estos 40 años junto al dique, Raúl conoce el dique y sus espacios al detalle, y si bien pocos logran ver las tortugas, en sus caminatas logró fotografiar hasta cinco ejemplares juntos. “Siempre hubo, sobre todo en el río Arias. Cuando se crea el dique, llegan hasta acá. Hace unos 15 años que se las puede ver en Ablomé, y poco a poco van poblando la zona , detalló el hombre. Entre las visitas que reciben en la casa, cuentan con el acercamiento de un zorro, que desde hace algún tiempo se acerca. Con cierto cuidado, el animal ya logró llegar hasta el ingreso a la casa, donde los miembros de la familia le dan algo de comida.




En el parque de la casa, Raúl se da el gusto de tener pavos reales, pero confiesa que este espacio es de los zorros. “El día que yo ya no esté, los zorros van a seguir estando, porque es su lugar. Espero que los que vienen por detrás de mí también los respeten , expresó. En este espacio, Raúl tienen un camping, y ante la decisión de pasar la cuarentena ahí, la mejor forma de que los días sean fructíferos es a través de trabajo. “Estamos haciendo todo lo que dejábamos para después, o para cuando pensábamos que íbamos a tener tiempo , agregó. Cuando esto pase, Mahr espera que el dique se revalorice y se cuide. “Este espacio tienen un gran potencial, más allá de los pescadores. Hoy, los pescadores pagan por un permiso en la Secretaría de Ambiente de la Provincia. El 80% de esos fondos es de gente que viene al dique, pero esos fondos no regresan en el mismo monto para el cuidado de este espacio , expresó. En la actualidad el dique no cuenta con bajadas, caminerías ni región de perilago, por lo que los visitantes solo pueden disfrutar de una vista reducida del embalse desde el puente. “Tampoco se cuenta con cestos de basura. Entonces la gente deja la basura en las orillas a las que baja o las tira al agua. A esto se suman las islas de basura que ingresan al dique por los ríos. Esto puede resolverse, solo hay que ponerse a trabajar , afirmó.



FUENTE: EL TRIBUNO SALTA


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