La historia de Celso, el docente que recorre la Puna salteña en moto para dar clases y emociona a todo un pais
Entre cerros y decenas de kilómetros, Celso Lamas viaja con su perro para enseñar arte en tres escuelas rurales.
Entre los cerros infinitos y los caminos de tierra de la Puna salteña, se escribe cada día una historia de entrega y amor por la educación. Es la historia de Celso Lamas, un docente que desafía las distancias y las inclemencias del clima para llegar a tres escuelas rurales donde enseña arte, llevando en su moto a su inseparable compañero de ruta: su perro.
Celso no es solo un maestro que dicta clases. Él es guía, amigo y sostén para sus alumnos, muchos de los cuales, a pesar de su corta edad, cargan responsabilidades de adultos: ayudan en el campo, cuidan animales o colaboran con sus familias en las duras tareas cotidianas. Frente a esa realidad, Celso busca regalarles lo más valioso que puede ofrecer un educador: la posibilidad de soñar y de vivir su infancia.
En cada aula improvisada entre montañas, con pinceles, colores y canciones, invita a los niños a jugar, crear y expresarse. Para él, el arte es un refugio y una herramienta de esperanza. "Quiero que mis alumnos no pierdan la niñez, que se rían, que jueguen, que aprendan a mirar el mundo con otros ojos", suele repetir.
El viaje de Celso, acompañado por su perro fiel, se convierte así en una metáfora de la vocación docente: avanzar, aunque el camino sea largo y difícil, con la convicción de que cada kilómetro recorrido vale la pena si es para transformar vidas.
En medio de los paisajes majestuosos de la Puna, este maestro demuestra que la verdadera enseñanza no se mide en distancias ni en comodidades, sino en el amor y el compromiso con sus alumnos. Celso Lamas no solo recorre caminos: abre senderos de esperanza en el corazón de cada niño que lo espera con ilusión en las escuelas rurales del norte salteño.