Hoy la Iglesia universal celebra al Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María
La celebración del Inmaculado Corazón de María está vinculada a las apariciones y revelaciones de la Virgen en Fátima, Portugal, en 1917.
Un día después de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Memoria del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María (sábado, 28 de junio de 2025).
La contigüidad entre ambas celebraciones expresa simbólicamente la unidad existente entre el corazón de la Madre y del Hijo; al tiempo que subraya que en María todo está siempre en referencia a Jesús. Es por eso, precisamente, que la Iglesia entiende a María como camino seguro que conduce al Señor, y nos invita a conocer mejor y amar su Sagrado Corazón.
La celebración del Inmaculado Corazón de María está vinculada a las apariciones y revelaciones de la Virgen en Fátima, Portugal, en 1917. Dijo la Virgen en una ocasión a Lucía, una de los tres pastorcitos: "Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas, que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes".
Momentos claves en los últimos tiempos
Hay una larga historia en torno a la devoción al Sagrado Corazón de María que es posible rastrear hasta los Padres de la Iglesia, y si se sigue por esa línea, claramente es también posible remitirse a la Escritura.
El siglo XIX fue un siglo muy importante en el desarrollo al culto al Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón de María.
En tiempos más recientes (s. XX), la festividad del Inmaculado Corazón de María cobró carácter universal a través del decreto Cultus liturgicus [El culto litúrgico], sobre el culto al Corazón de la Santísima Virgen María. Este decreto fue promulgado por la Sagrada Congregación de Ritos de aquél entonces (disuelta en 1969) y refrendado por el Papa Pío XII el 4 de mayo de 1944. La Congregación le asignó el 22 de agosto como día propio.
El Misal Romano publicado tras el Concilio Vaticano II (1969), trasladó la fiesta del Inmaculado Corazón al día posterior al Sagrado Corazón de Jesús, razón por la que la celebración oscila entre el 30 de mayo y el 3 de julio.
La intención del Papa Pío XII era que la Iglesia aquilate aún mejor la profundidad del amor mariano, volcado primero sobre Jesús y, por Él, al resto de los hombres, convertidos en hijos de María. Pio XII quiso hacer explícita la convicción de que "con el auxilio de la Santísima Madre de Dios, obtengan todos los pueblos la paz y la Iglesia de Cristo la libertad, los pecadores, libres de sus reatos [obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, aun después de perdonado], y todos los fieles en fin se hagan fuertes en el amor a la pureza y en el ejercicio de las virtudes" (Decreto Cultus liturgicus).
Décadas más tarde, el Papa San Juan Pablo II declaró la observancia obligatoria de esta festividad en honor a la Madre de Dios; es decir, esta memoria tiene carácter de obligatoria y no debe tomarse como opcional -ha de realizarse en todo el mundo católico-.
Devoción al Inmaculado Corazón
En una de las apariciones de la Virgen en Fátima (1917), Nuestra Señora dijo a Lucía, una de los tres pastorcitos videntes: "Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón". Luego, añadió:
"A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono".
En una ocasión posterior, la Virgen dijo a los tres niños: "¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: ‘Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!'".
La gran promesa
Años después, siendo Lucía postulante del convento carmelita de las Doroteas en Pontevedra (España), la Virgen se le apareció nuevamente (1929). En aquella ocasión, María se presentó con el Niño Jesús en brazos y le mostró su corazón rodeado de espinas; luego le dijo: "Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes".
"Tú, al menos, [continuó la Virgen] procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación", concluyó la Madre de Dios.