Efemerides

Hoy es el Día Internacional de las Personas Mayores

Numerosas investigaciones sobre envejecimiento, neuroplasticidad y reserva cognitiva invitan a reconsiderar el papel decisivo de la actitud mental en la prolongación activa de la existencia

El 1 de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas Mayores, proclamado por la Asamblea General de la ONU mediante una resolución del 14 de diciembre de 1990, y por ende celebrado por primera vez al año siguiente el 1 de octubre de 1991.

Si bien esta fecha a veces es referida como día de la longevidad, su proclamación no fue específicamente por esto, sino que surgió como parte de los esfuerzos internacionales para sensibilizar sobre los problemas y retos que enfrentan las personas mayores, promoviendo además los derechos humanos y el bienestar de esta población, una población que por razones lógicas presenta necesidades particulares.

En esa resolución la ONU busco, según declara en su sitio, asegurar la plena realización de las libertades fundamentales de las personas mayores, y detaca en particular la importancia y la necesidad de su inclusión social, laboral etc, logar así su participación activa en la sociedad, todo esto en un mundo en el que a la par que se extiende la expectativa de vida, se va ocultando de alguna manera a una franja de la población mundial, que crece y llega a invertir las pirámides poblaciones.

Estas fecha se presenta con imágenes de personas mayores en diversas actividades pero detrás de esas imágenes repetidas surge una pregunta mucho más profunda e íntima: ¿de que se trata la longevidad? ¿Solo significa verdaderamente vivir muchos años?

Durante décadas, la longevidad fue considerada un asunto del cuerpo: genes, órganos, dietas, medicina, estos eran los factores cardinales. Pero la ciencia contemporánea y la experiencia de vidas que siguen activas más allá de las "esperanzas de vida" sugieren otra posibilidad quizás mucho más amplia e inclusiva: la longevidad se juega principalmente en la mente. La mente ya no como metáfora sino como órgano de vitalidad.

Cada vez es más claro que de la mano de medidas ya conocidas como la alimentación, la actividad fisica,. la participación social etc., también las actitudes psicológicas, emocionales, el "state of mind, o mind state" son centrales a una buena calidad de vida y longevidad.

Un estudio de ya más de 20 años (2002) de Becca R. Levy y colaboradores encontró que individuos mayores que experimentaban percepciones positivas respecto al envejecimiento vivieron, en promedio, 7,5 años más que aquellos con percepciones negativas, incluso ajustando por edad, género, estado de salud y otros factores. En el estudio se menciona una frase a destacar: la "voluntad de vivir".

Este trabajo fue referenciado extensamente en artículos de divulgación que enfatizan cómo pensar positivamente sobre el envejecimiento puede proporcionar más años de vida que tener presión arterial baja o un peso saludable. Evidentemente se trata de todos ellos. Incluso una nota de Yale News fue titulada de una manera fuete y "Pensar positivamente respecto a la edad extiende más la expectativa de vida que el ejercicio y no fumar" (Thinking Positively About Aging Extends Life More than Exercise and Not Smoking).

Evidentemente se trata de títulos atractivos que no reproducen necesariamente la realidad estadística, o minimizan los ya conocidos factores esenciales, sin embargo sirven para destacar que el factor actitudinal se está sopesando cada vez más. Las escalas mundiales de felicidad son otra prueba de ello, en que vemos como las estadísticas de felicidad son correlativas a las de longevidad. Señalan estos reportes especialmente que el factor calidad de vida y bienestar, empieza a tener tanto o más valor que el simplemente cronológico.

La Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard, publicó en 2022 un estudio que relaciona la satisfacción con el envejecimiento con un riesgo 43 % menor de mortalidad en los cuatro años de seguimiento que tuvo, comparado con quienes tenían menor satisfacción o aceptación con el proceso de envejecimiento.

De la misma manera que nuestra mente traza un mapa mental de nuestro mundo y de alguna manera nuestro universo es la traslación del mapa cognitivo de lo que pensamos y las ideas que tenemos respecto a las diferentes aspectos que hacen a la vida, uno de los aspectos de esto es el paso del tiempo en nuestra existencia. Pensarse o sentirse "viejo" ya no se trata solo de qué tan bien o mal envejece el cuerpo, sino con qué actitud se enfrente la mente a esta etapa vital.

Es así que de la mano de los avances en las neurociencias, y en particular el concepto de neuroplasticidad comenzado por otra longeva famosa la científica italiana Rita Levy Montalcini, quien falleció el 30 de diciembre de 2012 a sus jóvenes 103 años, el concepto de un cerebro que se va adaptando o no y de qué manera es una de las claves.

El cerebro promedio pierde volumen a razón de alrededor de un 5 % por década después de los 40, con un declive más acelerado a partir de los 70. Sin embargo esto no parece un destino catastrófico inevitable, ya que existe una categoría que empieza a ser cada vez más objeto de interés y estudio y son los que se han dado en llamar "super-agers", es decir personas mayores cuyo rendimiento cognitivo se mantiene cercano al de adultos más jóvenes.

Los factores que hacen a esta característica son los clásicos, pero a la actitud mental se le está dando una importancia creciente y así esta subpoblación muestra que no todo el envejecimiento cerebral es inevitable. Quienes estudian esta subpoblación han utilizado imágenes cerebrales funcionales (fMRI) para comparar cerebros de super-agers con muestras de jóvenes y encontraron una conservación de conexiones neuronales que aseguran un rendimiento cognitivo significativo. La famosa lotería genética, frase para expresar una predestinación genética, empieza a contrabalancearse con factores sobre los cuales podemos tener influencia.

Un estudio de seguimiento en el tiempo sobre longevidad ha sido actualizado recientemente. Hace una década, un grupo de investigadores publicó una revisión sobre cómo promover un envejecimiento cognitivo exitoso. En 2021, los autores actualizaron ese trabajo con nuevos datos y concluyeron que, aunque faltan aún ensayos controlados a largo plazo, hay consenso creciente sobre hábitos que fortalecen la reserva cognitiva y ralentizan la declinación mental.

Entre esos factores se encuentran:

El ejercicio físico regular La estimulación intelectual continua El mantenimiento de redes sociales activas Una dieta saludable El control de factores cardiovasculares Un sueño reparador

Según los autores, estos comportamientos no son solo "extras" añadidos, sino partes esenciales del tejido que sostiene una mente longeva.

El Día Internacional de las Personas Mayores promueve la inclusión social y el respeto a los derechos humanos de quienes desafían el tiempo con una mente activa (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este estudio y otros similares, nos llevan al concepto de "reserva cognitiva" en el cual se enfatiza que factores como la educación, la actitud mental, etc. actúan como amortiguadores del declive cognitivo. Un estudio internacional evidenció que niveles más altos de educación se asociaban a un retraso en el inicio del deterioro acelerado cognitivo. Pero no se trata de la mente como gimnasia metal, sino un contexto mucho más amplio.

Estudios recientes muestran que mantener relaciones sociales activas reduce el riesgo de deterioro cognitivo. Por ejemplo, un estudio en Europa e Israel halló que entre personas mayores con un promedio 70 años, las de mayor conectividad social tuvieron mejores resultados en pruebas cognitivas que quienes estaban más aislados. Quizás más allá de lo que estos estudios indican de manera directa, por ejemplo la importancia de la vida social, hay algo implícito y es el cambio actitudinal frente a la vida de las personas que desarrollan estas actividades. Es decir la vida social no es solo compartir, mantener la mente activa, sino es una disposición especial frente a la existencia. Estos factores "intangibles" deberán ser cada vez más de objeto de estudio, ya que implican la concepción del individuo frente a su propia existencia y la valoración que le da a la misma.

El factor bienestar/felicidad es central: Un artículo de divulgación de Harvard Gazette quizás lo ilustra en su título, "Buenos genes es lindo, pero divertirse es mejor", ya que por ejemplo la soledad, tiene un riesgo comparable a fumar o al abuso de alcohol para la salud mental y física en la tercera edad.

En nuestro país y región tenemos ejemplos que nos permiten ver de una manera concreta y práctica el tema de la actitud frente a la edad con ejemplos en los cuales las actitudes personales desafían el tiempo. Así Mirtha Legrand a sus 98 años sigue conduciendo programas con una agudeza, a veces vergonzante para personas más jóvenes, o Silvio Soldán que a los 90 sigue trabajando e inclusive recrea sus éxitos televisivos en diversas presentaciones.

La ciencia contemporánea invita a repensar la longevidad como un proceso donde el cerebro, más que el calendario, define el tiempo vital (Imagen Ilustrativa Infobae)

También tenemos a Héctor Alterio que también cercano al siglo (96 años) sigue con su profesión de actor o el Dr. Alberto Cormillot que a los 87 años no solo trabaja, incluso activamente, en medios sino que da muestras de capacidad fisca con acrobacias y bailes. En ámbitos de las artes Marcos Aguinis (90), o Elena Poniatowska (93), y los ya fallecidos Ernesto Sábato a poco tiempo de estar por cumplir 100 años o Juan José Sebreli a los 95 siguen mostrándonos que el envejecimiento no es un destino sino en muchos casos un estado mental frente a la vida. Así hay múltiples ejemplos, y no son excepciones aisladas.

Son demostraciones de que la longevidad mental y espiritual puede en parte plantear una alternativa al inevitable paso del tiempo y la evolución biológica.

Todas estas líneas nos invitan a preguntarnos hasta qué punto podrá la biomedicina, y quizás la naciente industria de los implantes u otras técnicas hacer avanzar la vida, y al vez eso deja otra puerta abierta, y es más profunda. ¿el objeto es extender temporalmente la vida o mantener una vida con propósito, con sentido? Los avances que nos proponen autores activistas del transhumanismo no responden una pregunta: ¿Sería deseable una longevidad para quien carece de sentido o conexión?

También está la paradoja del "sentirse más joven que la edad real" también ha sido estudiada: quienes sienten que tienen varios años menos de los que tienen tienden a tener menores tasas de mortalidad ajustadas. Eso a su vez nos lleva a otro planteo esa "sensación" de juventud ¿es algo que actúa a favor del individuo o como vemos en algunos casos, una fantasía que termina con crisis de identidad?

Los escritos de la antigüedad nos mencionan seres de cientos de años, (Matusalén, Noe, etc) pero quizás más allá de ese instante que significa la vida sea mucho o pocos años, la pregunta es si ese tiempo cronológico se captura en un reloj o almanaque. En la antigüedad mitológica griega se hablaba de otras formas del tiempo Cronos, Aion y Kairos, cada uno era una forma diferente. Quizás la longevidad es el significado que le demos a nuestra existencia y en ese sentido casi volviendo a esa concepción del tiempo como instante de lo posible, quizás las centenas de años referidas míticamente eran relativas a un sentido existencial.

Lo que parece cada vez más claro es que nuestro tiempo de existencia y por ende la longevidad pasa por factores físicos pero particularmente pasa por el órgano que construye nuestra percepción temporal y es el cerebro. La disposición mental ante la vida puede ser la nueva longevidad.

* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista

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