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Pachamama en Salta: una ceremonia que nos recuerda quiénes somos

Cada 1 de agosto, Salta renueva su vínculo con la Madre Tierra a través de una de las tradiciones más profundas y sentidas de nuestras raíces: la ceremonia a la Pachamama.

En Villa Primavera, la casa de don Severo Báez se convierte en un punto de encuentro espiritual, cultural y familiar, donde la tierra es honrada con emoción, gratitud y fe.

Como cada año, la familia Báez organiza una ceremonia que ya forma parte del calendario afectivo de muchos salteños. Desde días antes, los hijos e hijas de Severo y Rafaela se dedican con esmero a preparar la celebración: compran los ingredientes, arman los platos, seleccionan las ofrendas. Todo se hace con el mismo respeto y dedicación con que otras familias preparan la Navidad.

El 1 de agosto comienza temprano. Desde la medianoche, creyentes y vecinos llegan al Centro de Residentes Vallistos y Puneños para ser sahumados por Severo, quien los recibe con la sabiduría de los mayores y la espiritualidad que sólo el tiempo y la conexión con la tierra enseñan.

A un costado del mojón, Rafaela dispone la mesa de ofrendas: papas andinas, mazorcas multicolores, mandioca, bebidas espirituosas, hierbas para sahumar y preparar infusiones curativas. Cada elemento tiene su significado, y juntos forman parte del ritual de agradecimiento y pedido de protección para el nuevo ciclo.

La ceremonia no es solo una tradición: es un acto de amor por la tierra, un gesto de pertenencia y un recordatorio de quiénes somos. En cada rama de ruda, en cada sorbo de caña, en cada palabra dicha con respeto, late el espíritu de nuestros pueblos originarios y la fuerza de una cultura que, lejos de extinguirse, sigue viva y floreciendo.

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